viernes, 24 de septiembre de 2010

Hinkisiziones - Fragmento poetiko





















1

Muchas veces suspendí el misterio clavando agujas en mi corazón de marinero,
en un enjambre maldito de sartenes y de duendes,
sepulté las heridas que quedaban de todo este abanico.


2

En las cerraduras del odio y la laringe pude ver los cleptomanos con un buen melodrama, como un relámpago fugaz de martillos y de bombas.


3

El paraíso del tiempo y del azúcar clavó sus dedos
en este terraplén superflo,
lleno de azafatas con los pies mojados
y un vendaval de lanzallamas
en el mejor de los entierros.


4

En la vendimia del miedo y del asfalto,
vendimos la verdad al mejor farabuto,
con dientes de cocodrilo e ideas decadentes.


5

Un día de estos, quisiera ahogar la tragedia
en una sonrisa perdurable,
y esconder para siempre los caracoles, que crecen detrás de tu suspiro.


6

Los vientres de la espuma, trajeron en su canto la esperanza, vestida de puta y verdolaga, con perlas doradas suspendidas de los ojos, como una bailarina rupestre
sepultada por hombres vulgares y mal alimentados.


7

Esperé con desgano en la estación del invierno,
y en las enredaderas de la desconfianza,
memorizé tus vértebras, tu espalda y tu contorno.
Como quien se tira de un tobogán caliente y multiforme.


8

En los azafranes de odio
ví crecer tus pétalos
vestido de ciclista
y en los vidrios de mi alma,
vi reflejarse los olivos de tu vientre
como dos mariposas.



9

La lujuria es un equilibrista venido a menos,
que un día festejó  a su padre
y lo vendijo con un frasco de verduras.
Mientras las monjas del destino regaban el presente, clavandolé espinas en el ojo, al mejor de sus amantes.






10

Los mensajeros del rencor
bautizaron tu arrogancia
con una jauría incesante de profetas,
después de haber probado
todos los remedios posibles.


11

En los valles del llanto cultivé mis flores
con una paciencia increíble,
fuí capaz del crimen y el castigo,
de tantas cosas que ya casi no recuerdo.


12

Ventilé las esperanzas perdidas
en una noche como esta,
(estúpida y bien condimentada)
Desgarré la arrogancia con sus pies de azufre
y sus dedos de farmacia.


13

El sol de la vendimia sujetò mis manos temblorosas
en la multitud de los días que se sucedieron al perdón
y al desempleo.


14

Salvamos la confianza con un rocío salvaje
de cactus y menbranas,
de leucositos atacados por una epidemia aún desconocida.
Así  son las mujeres y los paraguas
que todo lo festejan.


15

En los laberintos dibujados por los arquitectos
del llanto, imploramos la lluvia
y sus almacenes de color verde agua,
pero nadie vino hasta aquí
                 a traer su botella de rencores y vinagre.



16

Todos rezaron en nombre de la prosperidad
con un vaso de champagne
y una estrella en los ojos:
la tormenta nos prometió un futuro llevadero
como las margaritas que crecen en mi estanque.


17

En los dientes divididos de tu cielo,
cultivé el rencor llevandolé jarabes superflos
a los fanátikos del miedo,
cuando todos reclamaban su pasion
por los enfermos.


18

Las amapolas del tiempo brillaron como dos jóvenes estrellas, y ante los ojos del presagio, vimos morir las hojas del viento que todo lo disponen.


19

Después del rocío, ayudé a los amantes
del vino y del amor
con una patada en la conciencia,
y vinieron las marionetas que cultivaron tu espalda
y tu velamen, nena.


20

Ante un pudor ajeno y milenario,
pude soportar el desgano de los meses,
y dibujar en mis entrañas una luciernaga
con un poder de magos desnutridos
en plena decadencia.


21

Cada uno de nosotros propuso un aquelarre
en este día
como una  tragedia milagrosa,
conquistada por ventrílocuos deformes
y octaedros.




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Lucas Molina - 31/10/2000

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